Imposibilidad del uso de la vivienda familiar

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Recientemente, se ha aprobado una ley que dicta la imposibilidad del uso de la vivienda familiar con un nuevo cónyuge tras el divorcio. Es decir, si un matrimonio se ha divorciado y, supongamos, que la madre cuenta con la custodia de los hijos y vive en la casa que, durante el matrimonio era la vivienda principal de la unidad familiar, la madre no podrá hacer uso de ella en caso de que tenga una nueva pareja.

¿Cuándo se decidió?

Inicialmente, fue decisión del Tribunal Supremo durante la sentencia de 2018 y se acaba de reiterar en la Sentencia de la sala de lo Civil del Tribunal Supremo núm. 488/2020, de 23 de setiembre.

¿Qué nos está diciendo el tribunal?

La ley trata de establecer un límite en el uso de la vivienda familiar. Es decir, se establece, según cada caso, cómo se gestionará tras el divorcio. El tribunal supremo dicta que el «carácter familiar» de la vivienda se debe mantener. Por lo tanto, se da por supuesto que la posible nueva pareja de la madre no podrá formar parte del carácter familiar, ya que parece ser que la posibilidad de este se extinguió con el divorcio.

El tribunal supremo prohíbe el uso de la vivienda en  caso de que se viva con una nueva pareja, porque la introducción de una tercera persona supondrá «perder la antigua naturaleza por servir en su uso a una familia distinta y diferente».

Críticas y reflexiones

Supuestamente, esta ley está hecha en defensa de los niños, para que no sufran un cambio en la unidad familiar que pueda alterar su desarrollo correcto. Estos siempre tendrán el derecho a la vivienda que formó parte de la unidad familiar.

Sin embargo, en esta ley se refiere a concepciones arcaicas que insisten en la manutención de la institución de la familia. Incluso tras un divorcio,  resulta difícil poder imaginar una separación de la unidad familiar, aunque es un factor obvio de la ecuación. Parece que resulta extraño plantearse la rotura de la unidad familiar a partir del uso de una vivienda.

La separación en sí ya se ha producido. Entonces, si a partir de este momento, se plantea la construcción de una nueva unidad familiar, ¿la calidad de esta dependerá del uso de una vivienda? La casa no deja de ser más que un espacio que en algún momento ha cumplido con una función, pero, ¿cómo puede seguir cumpliendo la función de algo que ya no existe?

La calidad del vínculo se crea y depende totalmente de los progenitores que deciden tenerlo. Considerar que la creación de un vínculo tras un  matrimonio puede ser perjudicial para los niños y tratar de evitarlo mediante la negación del uso de una vivienda es altamente problemático, puesto que se están  tratando los divorcios desde una mentalidad arcaica que insiste en la imposibilidad del cambio y la defensa de un imaginario inexistente.

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